martes, agosto 17, 2010










catholics pagans









Comienza el peregrinaje.




















Un grupo de jóvenes es conducido hacia un tabernáculo o santuario ubicado en el centro del valle.




















Un hierofante guía la caravana a través de la espesura, devela a los donceles la profundidad del bosque (el paisaje se ha transfigurado en una región fabulosa, todo en ella es símbolo), acompañado por un espíritu protector que alumbra la ruta de los danzantes.





















La noche revelará sus arcanos.




















Los de todos.










sábado, agosto 14, 2010









ars melódica









"Admiro a quienes sienten
que las palabras son imperfectas porque –según dicen– limitan la capacidad expresiva de las emociones cuando se ha conocido al amor; a quienes dicen haber olvidado cómo dar amor porque perdieron conexión con el corazón, y soltaron la brida del camino a la mitad de un laberinto; a quienes se inventan historias y con ellas sustentan el vacío que los mueve.



















Ellos
sin dudar
son mis héroes.



















Pronto acontece lo inevitable: se ven en la necesidad de dominar el caos que generan, y para conseguirlo recurren a trucos que –en vano– esbozan un orden insostenible que termina por quebrarse.



















Sus argumentos prosperan, sí, pero no representan –u ocultan– alguna verdad. El devenir se torna un desierto de hojas afiladas para los corderos; transitan por él inocentes, purgando una condena que no les corresponde, que no les dignifica..."










jueves, agosto 12, 2010









bored games/mosaico








Tengo el mensaje del crepúsculo grabado en mi memoria. Olvidaría todo sólo por dedicar mi tiempo a idolatrarte. Pero un rumor helado me cala los huesos, una nube de arena sepulta mi desierto cada noche. Debo tratar de iluminar este umbral, llenarlo con la sabiduría de los principios y los propósitos de la especie.

















Ayer, los destinos fueron trazados en lápidas de pergamino, y el viento barrió con ellos las calles de las ciudades de los ángeles. Nada vivo quedará sobre la tierra; las olas no encontrarán playa dónde morir. Tengo ya ciento veinte años y no se me ha permitido entrar a la tierra de la leche y de la miel. Israel no debe confiar más en mí; soy peligroso para ellos, y ellos para mí.

















En mis últimos peregrinajes he sentido la desolación. Un príncipe me ha encontrado. Un surco en mi alma espera que acepte sus designios. Mi tez palidece, mis labios, mis ojos. A mis hijos les ofrezco la oportunidad de ser inmortales y quizá por ello también crueles. No sé si los condeno o libero como su más alto juez haciéndoles creer que han sido elegidos. Mi mente está cansada. Las noches, obscuros recintos de lo incognoscible, guardan el secreto de mi desazón: el incierto destino de mi nación, el orgullo de mi estirpe... del pecado de matar he nacido yo… ¡Yo, Israel!