Para habitar la noche
Para lamerla

Para cubrirla con
mi piel

Hasta encontrarme
Sobre mis piernas

Espero
sola
y con mi cuerpo
de dama mustia
masticándome

He desaparecido
el ancla
y los trozos de cielo negro
que detenían la huida
de mis caballos de eucalipto
He desatado
la tormenta amarilla
y al séquito de pies anchos
que alborotan los cabellos
de mi madre
Añoro el desierto
desapareciendo tras el galope
de mi cuerpo
hecho nube de furia
como las mandíbulas
de mi padre
He envuelto
en la seda de un pañuelo
las uñas podridas
de mis abuelas
para cubrirme las heridas
cuando salte del vagón
Por no llevar billete de viaje.
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(*) Dos poemas de la obra inédita de Victoria Larco Aguilar.