jueves, junio 17, 2010











Pieza # 66. Prueba irrefutable de la existencia de Calibán. Canción de amor recuperada en Mallorca, España] *

a Diana








Nunca antes habíamos visto a dos monstruos llorando largamente. Antaño la fatalidad, tenía un leve sabor a resistencia. Abrazados, la dimensión de sus deformidades completas era, sumada a la población del Asia, la propulsión de la cabeza de Galileo, inyectada al infinito, perdiendo el siglo. El amor fue una piedrita en provenzal detrás de un ramo de buques rielando la noche. Madame Monstruo y Monsieur Monstruo cubrían los mayas lagartos de sus pensamientos, con la decrepitud de un sueño repleto de sueño negro. Un agujero de ámbar volteado por las moscas (forrado por el feto de sus pechos crueles). Nunca antes habíamos visto a dos monstruos llorando largamente, como si suspendieras un rojo canarito contra la verde velocidad de una película fiera de excrementos. Empiernados, un corto Moctezuma medía a Hernán Cortés en sus rodillas (sobaba plumas); y el mapa de este mundo, abriéndose por las cuencas de sus piernas grotescas, goteaba como un iceberg en pleno amanecer de desembarcos. “La realidad era tan agobiadoramente absurda, tan agobiadoramente mal elaborada -se decían-, que solamente los mediocres y los mentirosos podrán vivir en ella”. Antaño la felicidad, detrás de lo mordido por los horizontes, tenía un leve sabor a la mentira. A una patria de costras. A este lagrimeo sin sentido que sólo eructará por sus memorias como un tatuaje de paso.




















TÚ DICES QUE LA REALIDAD ES AGOBIADORAMENTE ABSURDA
YO DIGO QUE LA REALIDAD ES AGOBIADORAMENTE ABSURDA




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(AUNQUE PREFIERAS EL SILENCIO
A LAS PALABRAS)
NUESTRA MEMORIA COMO UN TATUAJE DE PASO
SABE QUE ESTAS PALABRAS JAMÁS SERÁN EL REFLEJO DE LO QUE SIENTO







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(*) De Ernesto Carrión. Ecuador.








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