SYMBOL*

ANDA MOSE, CONTINÚA. MUCHOS DE LOS QUE DUERMEN EN LA TIERRA POLVORIENTA DESPERTARÁN, UNOS PARA VIDA Y OTROS PARA VERGÜENZA, PARA ABOMINACIÓN ETERNA. ENTONCES LOS SABIOS BRILLARÁN COMO EL FIRMAMENTO RESPLANDECIENTE, Y AQUELLOS QUE HAYAN CONDUCIDO A OTROS A LA JUSTICIA BRILLARÁN COMO LAS ESTRELLAS. POR TANTO, TÚ, MOSE, CONSERVA SECRETAS LAS PALABRAS Y LACRA LOS PERGAMINOS A FIN DE PROTEGERLOS. MUCHOS DEBEN ERRAR PARA QUE PUEDA CRECER EL ENTENDIMIENTO.

- Se-se-señor, ¿có-como aca-ca-ba esto?



















NO ACABA. ESTAS PALABRAS PERMANECERÁN VELADAS HASTA QUE TIEMPO SEA DE SER ENTENDIDAS. GRAN NÚMERO SE DEJARÁ PURIFICAR, LAVAR Y ACRISOLAR, PERO LOS INICUOS CONTINUARÁN EN SU INIQUIDAD. LOS MALVADOS QUEDARÁN SIN COMPRENDER, AL PASO QUE LOS SABIOS ENTENDERÁN. POR EL MOMENTO REPOSA, TE LEVANTARÁS PARA RECIBIR TU RECOMPENSA. EL METAL ESTÁ A PUNTO. DEBO PARTIR. SAMAEL VIENE A DISPUTAR CONMIGO.



















- Déjame interrogarte aunque sea una vez más, Señor. ¿Por qué debes luchar contra Samael el satán?



















POR CAUSA DE TU CUERPO.



















Al finalizar el discurso, los ojos de Moisés brillaron como dos esmeraldas. Mikail descendió, hizo la señal de la cruz en su frente y retornó al Cielo, dejándolo solo, desperdigado, fascinado por todo cuanto había comprendido. Vio al Arcángel elevarse y desaparecer en una nube de rocío. Había desaparecido por completo de su campo visual, pero sus corazones, sintió, ya eran uno para Uno.



















UNA VOZ SE PROPAGA EN EL COSMOS. SERÁ LA OFRENDA, Y TAMBIÉN LA CELEBRACIÓN.



















Tan pronto esa frase llegó a penetrar su mente, quebró su -en realidad- ingenuo y distraído corazón.



















Amanecía y algunos en el asentamiento humano, levantados ya desde las primeras horas, comenzaron sus actividades del día, mientras regresaba el anciano, acompañado por un inexplicable sentimiento de fe, confianza y fuerza, solo, integrado a la sublime y purificadora luz del alba. En unos cuantos días tendría que retirarse al monte Nebo, a pocos kilómetros donde -en siglos por venir- el profeta Elías partiría al cielo en medio de un torbellino en un carruaje de luz.



















Una luz roja brillante amanecía con los elegidos… Lo que sucedió a partir de ese día es parte de otra historia.



















Y del Caos.

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(*) Otro fragmento de mis pesadillas. 1999.