
¿Cómo era Muñeca?
Una brisa transparente en una tarde de verano. Su cabello negro suave leonino argentado como iluminado por la luz de la Luna me evocaba la noche negra del firmamento, insondable, devorándose más allá de la esfera del mundo la luz blanca de los astros. Muñeca era extravagante, sí, intimidaba en especial a los alienados y a los maricones. Una trémula tarántula azul de terciopelo que recorría sus pálidos hombros de porcelana terminaba por espantar -finalmente- a todo el mundo. Se llamaba Lucifer, recuerdo. Y era hembra. Muñeca, en suma, era todas las mujeres en una, una matrioska multiplicada a la ‘n’ potencia, decorada con filigrana de Oriente.
3 Comentarios:
No te olvides que intimido a todos, sólo que no a ti.
Podría imaginar un mundo perpendicular a éste, plagado de muchas muñecas, muchas mujeres ninfas, desprovistas de miedo alguno, retozando por el campo, desnudas, hermosísimas.
Juego a ser una mujer más?
No te olvides que intimido a todos, sólo que no a ti.
Podría imaginar un mundo perpendicular a éste, plagado de muchas muñecas, muchas mujeres ninfas, desprovistas de miedo alguno, retozando por el campo, desnudas, hermosísimas.
Juego a ser una mujer más?
No te olvides que intimido a todos, sólo que no a ti.
Podría imaginar un mundo perpendicular a éste, plagado de muchas muñecas, muchas mujeres ninfas, desprovistas de miedo alguno, retozando por el campo, desnudas, hermosísimas.
Juego a ser una mujer más?
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