jueves, abril 03, 2008


mi vehículo es el cuerpo


En El jardín de los senderos que se bifurcan, Borges dibuja un símbolo, modelo de todos los demás símbolos. Con sólo mirarlo - nos explica en determinado momento -, desaparecen todos los demás símbolos, como tenues reflejos -y en esencia falsos- de un símbolo primordial.

La idea de pronto sugiere una reintepretación de nuestra comprensión del mundo visible pero en el instante, a una velocidad infinitamente superior a la velocidad del eón. Borges, al final de sus relatos, vence la barrera del tiempo, dejándonos un laberinto de círculos concéntricos, pero incluso también ese símbolo desaparece porque repite la idea suscitada en un relato anterior.

¿Cómo salir? En el poema Song, Allen Ginsberg nos lleva hacia lo que él llama 'el centro de la carne'. Un lugar libre de las transformaciones de la materia y del extravío de la historia porque son alucinaciones o reflejos del verdadero Ser que nos habita. El Fuego.


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