sábado, junio 30, 2007

unidad
El drama de la comunicación:
¿integración o desintegración?


“… porque sabías mucho y amabas poco,
y eras síntesis rara de un siglo loco
y floración malsana de un viejo mundo”
(Fragmento de Andrógino, Amado Nervo).


Platón en su obra El banquete menciona una leyenda trágica sobre la génesis de nuestra cultura: la leyenda del andrógino. Esta leyenda antiquísima trata sobre una lid por el poder entre dos antagonistas: una especie extinta de seres humanos –los andróginos- y los dioses, hijos de Zeus. Los andróginos eran, según Platón, más fuertes que los hijos de Zeus, los superaban cualitativamente; ello generó el celo y en consecuencia la guerra que terminó por espantar a los dioses de nuestro sistema. Zeus, como castigo (o mecanismo de defensa), dividió a los seres humanos en género masculino y femenino separados. Desde entonces, cuenta la leyenda, purgamos nuestro castigo sometidos a la voluntad del gran demiurgo, buscando la parte que nos falta, el otro.

A esta leyenda se le interpreta como el origen de la distancia entre los géneros, sin considerar que, en el fondo, oculta el propósito de la comunicación: la integración definitiva de los seres humanos. Platón, como tantos otros genios del pensamiento antiguo, escribió su obra con rigor retórico; no sólo podía ser interpretada por el vulgo y la nobleza, sino también por los filósofos. Por esta razón no se puede solamente interpretar literalmente los textos: seguramente esconden más de un significado. En la leyenda el castigo del andrógino termina sólo si finalmente logra integrar sus partes; este fin no será inmediato, implica la busca de belleza y perfección; sólo así, nos revela Platón, el ser humano estará completo.

Y precisamente eso permite el lenguaje. El acto comunicativo permite conocer al otro, entender las leyes que rigen el mundo físico, nuestra compleja biología, el sentido de valor y orientación; entre otras cosas nos permite sabernos seres concientes del elan vital (*).

En tiempos de Platón (400 a.C.), Grecia llegó a ser dominada por la palabra hablada. Su preceptor, Sócrates, conquistó todo Atenas con la profundidad y el refinamiento de su verbo. Las disquisiciones políticas, las transacciones comerciales y financieras, el aprendizaje y la comunicación entre los atenienses se fundaban en el diálogo. Lamentablemente los intereses de la política y de la administración de los recursos no siempre fueron los mismos que los del sabio y del filósofo: en uno de los juicios más escandalosos de la historia se puso fin a la vida de uno de los genios que mejor nos evoca el tiempo del ágora. Platón, en su famosa obra Los diálogos, registró no sólo el proceso judicial que terminó con la condena y la gloria del sabio, sino también su experiencia y filosofía.

Durante mucho tiempo la palabra hablada ha co-protagonizado la historia junto con el hombre. La obra de Platón y La retórica de Aristóteles son en cierta medida obras precursoras de la novela y del consiguiente desarrollo de la escritura y la razón. El hombre antiguo alcanzó con ellos (incluyendo a los sabios de Oriente) su más alta cima. Las dos grandes columnas de la comunicación humana, la palabra hablada y la palabra escrita, encontraron en aquellos su máxima expresión.

Actualmente el desarrollo de las herramientas mediáticas no ha permitido integrar mejor al hombre y a la mujer ni darles bienestar pero sí democratizar la comunicación.

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(*) Significa fuerza vital. Es un término acuñado por el filósofo francés Henri Bergson. Es una fuerza hipotética que causa la evolución y desarrollo de los organismos.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

me gusto bastante lo que escribiste sobre el banquete,estaba buscando informacion sobre los andróginos y llegue a tu blog...me gustaria que leyeras algo mucho menos filosofico, mi blog es beonobe.blogspot.com..
saludos desde argentina

3:56 p. m.  

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