sábado, abril 01, 2006

Surcó la estela
De Luzbel

El ángel que voló al Sol
Radiante y devastador

En el templo sombrío perpetuó
La imagen del dios
Que aquí reposa

Cansado y afligido

Se dice que vio en el Cielo mantarrayas cruzar hacia Él

Ascendió a las profundidades de Dios

Y sobre nubes negras esperó
Que Lux vuelva a gobernar Sus alturas

Apaga la fogata Descansa tu mirada y Piérdete vasto eterno
Corazón de los Mundos

Inmemorial Arquetipo

Del Sol mezclándose con mis manos

Milagro

Transformándose en Nombres

Juguetes
Altares

Mi Casa


Maravillosa maquinaria de hacer Soles

3 Comentarios:

Blogger Rain (Virginia M.T.) dijo...

Es todo metafísico y a veces extraño algo más terenal, mas mundano.
Tal vez mi espiritualidad es fronteriza.

Imnágenes hermosas elijes César.

9:54 p. m.  
Blogger CÉSAR CASTILLO GARCÍA dijo...

Mmm, se hará esperar una eternidad, lo siento.

6:45 a. m.  
Blogger CÉSAR CASTILLO GARCÍA dijo...

En este post, la imagen que me gusta mucho es la de Apolo con Jacinto fallecido. Siempre me conmovió la historia, quizá porque tengo dos hermanos muy mayores que siempre me pretegieron, y desearon mi nacimiento mucho, segun cuenta mi madre. No tengo hermanos menores, sólo una hermana, una reinita, pero igual, eso mismo que me reflejaron mis hermanos, yo quise proyectarlo hacia un hermano varón, que siempre deseé y nunca tuve. Por eso mi poesía ha sido hecha pensando en los chicos, para que los guarde. ¿Recuerdas la canción de Silvio? ¿El vigía?: Agua me pide el retoño, que tuvo un pesar amargo, va a hacer falta un buen otoño tras un verano tan largo; el verde se está secando y el viento sólo se demora... Yo soy un oficio viejo, como el arrollo y el viento, como el ave y el espejo, como el amor y el invento. Yo sólo soy un vigía, amigo del jardinero, con la pupila en el día que llegará el aguacero; yo sólo soy un vigía, amigo del jardineeero... Cuenta la historia que, había un joven muy hermoso llamado Jacinto. Pasaba todo el tiempo abstraído en la contemplación de lo maravilloso. Apolo, el Sol, lo vio y quiso ser su amigo. Pero Eolo, el dios del viento, celoso de aquella amistad, decidió darle fin. Un día, Apolo y Jacinto jugaban en el bosque, competían y cazaban, y cazaban cual ninfa... En un momento dado, Apolo hizo volar su disco por los aires con una fuerza terrible que sólo un dios podría generar. Eolo, viendo la oportunidad de ejecutar su venganza final contra el dios solar, dirigió la trayectoria del disco hacia la cabeza de Jacinto. Como verás en la imagen, Apolo llora desconsoladamente abrazando el cuerpo de Jacinto. Cuenta la historia que, con la sangre del joven, Apolo creó una flor a la que llamó Jacinto.

9:40 a. m.  

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