martes, julio 31, 2007





As the world falls down
David Bowie




Hay un amor tan profundamente
Triste en tus ojos


-Una especie de pálida joya-
Abierto y cerrado
Dentro de tus ojos

Colocaré el cielo
Dentro de tus ojos

Hay un corazón tan engañado
Latiendo tan rápidamente
En busca de nuevos sueños

Un amor que ha de durar
Dentro de tu corazón

Colocaré la luna
Dentro de tu corazón

Como los barridos a través del dolor
Sin sentido para ti

Se va cada emoción
No había demasiada diversión en todo
Pero estaré allí para ti
Como el mundo

Se derrumba

Cae
En amor

Te pintaré las mañanas de oro
Te haré girar las tardes de Valentín

Aunque somos extranjeros hasta ahora
Estamos eligiendo la trayectoria
Entre las estrellas

Dejaré mi amor
Entre las estrellas

Como los barridos a través del dolor
Sin sentido para ti
Se va cada emoción
No hubo demasiada diversión en todo
Pero estaré allí para ti

No hay ningún sentido en todo
No tiene ningún sentido caer
Como el mundo

Se derrumba
Cae
En el amor








sábado, julio 28, 2007





books written for girls
o la fábula de los himnos a la noche




UNO




En el Principio, los maestros de la Verdad cristalizaron sus experiencias en las páginas de un arcano, testimonio del pacto entre los primeros hombres con una Entidad Arcaica. Su contenido era una ciencia para aquellos: revelaba el pasado, presente y futuro de la estirpe. Obedecer sus decretos, interpretar sus símbolos y consagrarse a la contemplación de su misterio, se gratificaba con iluminación.

Aquellas vitelas sólo podían ser interpretadas por un elegido iniciado en su lectura y confección.

Quien leía era arrebatado por su profundo significado: sonidos como navíos fantasmales, desperdigados en el vasto y nebuloso océano sideral. El lector experimentaba la desintegración sistemática de su ego conforme remontaba sus páginas.

Sus principales herederos y exegetas revelaron al mundo los propósitos de la especie. Advirtieron simetría entre el cielo y los océanos humanos. Descubrieron las razones del misterioso comportamiento de los cuerpos físicos. Advirtieron la mecánica del movimiento, las primeras causas y sus fines, el destino de la familia humana.

La unidad atravesaba el todo y la correspondencia entre inteligencia y naturaleza era perfecta. Cielo y tierra, padre y madre, hombre y bestia eran una sola floración de la vida.

Al terminar la lectura, comprendían lo ineluctable: los límites de la esfera humana. Designaron por ello el cuidado de la Obra a una sola casta y se les concedió soberanía sobre sus destinos. Comenzaron, lacrados por el fuego de la gnosis, el viaje hacia la Fuente de la Vida.

Heredaron las estrellas, los montes, la velocidad, todo, pero no su propia voluntad. Olvidaron, poco a poco, la dimensión del espíritu, el poder del amor.

Era preciso mantener el orden cósmico de modo natural, pero también participar en ese orden, acercarse lo mejor posible al objeto de estudio, encadenarse voluntariamente a la sensación de ser carne.

Así, comprendieron el placer de sentir, de vibrar; advirtieron en sí mismos una verdad que ignoraban, que se les negaba. Era cierto que sus cuerpos eran ilimitados y sensibles con un poder extraordinario, pero también que estaban sujetos a las transformaciones del fuego.

Sentirse animó en ellos el deseo de realización. Entendieron que la suma de las voluntades definiría las fronteras del dominio humano… y así lo hicieron, dotándose de un atributo superior al de los dioses.

Inició una guerra que terminó por arrojar a unos rezagados espíritus lucíferos del Sistema. Una lóbrega noche, se cuenta, dedicaron su sangre sobre un altar erigido en honor al orden instaurado por el Primer Redactor en una remota partícula de la Gran Roca.

miércoles, julio 25, 2007





Océano causal del amor





Mi Señor, tantas noches te esperé sedienta de tus brazos, tantos albas llegaron, y tú nunca. Hemos andado errantes mucho tiempo, sin rosa ni báculo, sintiéndonos extraños en nuestro propio mundo. Día tras día, el rumor de tu comunidad al despertar, y su silencio al anochecer, acunaron en mi corazón la aflicción de sentirme sola, en el mar de tu ausencia. Tantas noches soñé con abrazarte y decirte tanto, tanto. Quise hacer llevadero este océano, pero las noches fueron siempre de sal y gemidos. Soñé con alcanzar el viento, con respirar tu aliento entre mis sábanas. Te esperé noches enteras con los ojos llenos de arena: pobre alma la mía, con vocación de espera.
Una brisa proveniente de occidente, dulcemente, interpretaba alguna melodía. Moisés permaneció pensativo un momento escuchando el ritmo de extraña procedencia, con la mirada sobre Zípora. El viento, lentamente, arreció elevando nubes de arena sobre las dunas. Una voz en el fondo de ese caos lo llamaba; miró hacia el arcano azul del Cielo y con evidente desasosiego dijo:

…Zípora, corazón, parte esencial de mi ser, es tanto el desconcierto y tan poco el tiempo que nos resta... todo desacierto podría multiplicarse y quedar inútilmente y para siempre impreso en las tábulas de nuestro próximo Amanecer.

Zípora tomó con ambas manos el rostro de su esposo, que contemplaba un puñado de arena tomado del suelo. Los granos desaparecieron entre sus dedos. Regresaron al desierto con la misma velocidad con que acaba el tiempo para cada hombre.

…Zípora, amor, tengo el mensaje del Crepúsculo grabado en mi memoria. Olvidaría todo sólo por dedicar mi tiempo a idolatrarte como es debido. Pero un rumor helado me cala los huesos, una nube de arena sepulta mi desierto cada noche. Debo tratar de iluminar este umbral, llenarlo con la sabiduría de los principios y los propósitos de la especie. Ayer, los destinos fueron trazados en lápidas de pergamino, y el viento barrió con ellos las calles de las ciudades de los ángeles. Nada vivo quedará sobre la tierra; las olas no encontrarán playa dónde morir, y las estrellas cesarán su brillo. Tengo ya ciento veinte años y no se me ha permitido entrar a la tierra de la leche y de la miel. ¿Qué puedo sentir, qué puedo pensar? Israel no debe confiar más en mí; soy peligroso para ellos, y ellos para mí. En mis últimos peregrinajes he sentido el abandono. Zípora, un príncipe me ha buscado. Un hoyo en mi ánima espera aceptar sus designios... mi tez palidece, mis labios, mis ojos. Israel no puede hacer nada. A mis hijos les brindo la oportunidad de ser inmortales y por ello también crueles. No sé si los condeno o libero como su más alto juez haciéndoles creer que han sido elegidos. Mi mente está cansada. Las noches, obscuros recintos de lo incognoscible, guardan el secreto de mi desazón: el incierto destino de mi nación, el orgullo de mi estirpe. Hubiese querido concluir la operación de la vida... pero estaré sujeto a las leyes del tiempo hasta resolver el álgebra del retorno... Del pecado de matar he nacido yo... ¡Yo, Israel!


Zípora acarició el rostro de Moisés mientras él gesticulaba esquivo, mirando a la izquierda, a la derecha, arriba y abajo, a la izquierda de nuevo, sin poder descansar su mirada en un punto fijo.
No busques la verdad, rabí. Sígueme, tengo preparado para ti un manjar de leche y de miel. Ellos sin duda no entienden tus preocupaciones. Descansa en mi seno, tu hogar. Nadie logra nunca comprender el desierto, la ausencia de Dios. Pero tú sí, y por ello eres único, mi Bienamado. Confía en mí, en tu Esposa. ¿Crees que ha sido fácil soportar a toda ésta, tu gente, acampada siempre a tu lado para consultarte inmisericorde de día y de noche? Si sólo Israel fuera agradecido y puro como aquel noble guepardo…

El viento agitaba sus frisas. Solos, en medio del desierto, unidos en un abrazo, comenzaron a reconocerse.

…Demasiados abismos, demasiado silencio para una ciudad que será arrasada apenas despunte el Gran Alba. Amor, hay cerraduras y llaves en el espacio, mucho silencio. ¿Piensas que no lo sé? He seguido tus pasos a través del desierto por años. Encuentro acertijos en el ojo de cada aguja, debajo de las mesas, en el descanso de nuestra casa... la lluvia descenderá hacia el Sol y tu voz se disolverá vacía, ininteligible. Pero una lámpara azul brilla en el Cielo. Mírala, vamos hacia ella; hay camellos paseándose por praderas oníricas... llévame al monte... el viento hará de la noche una Revolución.

Ella besó con ternura los labios de su esposo. Con los dedos, él limpió las mejillas húmedas y arenosas de la esposa. Ella tocó sus labios y él los de ella. Una escena de belleza crepuscular, como las auroras, hijas del amor entre el día y la noche, que humedecen los trajes del cielo. Hace mucho no practicaban ese lenguaje, tan íntimo y majestuoso. Habían olvidado cómo amar, cómo trasmitir luz de uno hacia otro. Y es que el amor, cuando se da entero, es capaz de transformar el mundo; purifica el corazón, cura las enfermedades y llena nuestro ser de la más grande alegría. Y la correspondencia fue perfecta.

Repentinamente, una cierta reminiscencia encendió una luz en los ojos de Moisés…
Zípora, el Shaddai ha preparado algo más para mí, debo ir a Nebo, siento… una fuerte y fascinante manifestación propagarse en el Océano Causal.

En ese instante, su faz reveló una iridiscencia fosforescente como de cesio radioactivo que le asemejaba a una lucerna. Zípora ya conocía cada fluctuación de ese brillo, como la palma de sus manos (y las de él).

Juntos retornaron al campamento, verberantes de luz. Antes de ingresar, Moisés cubrió su cabeza para no generar temor entre los israelitas. Acarició suavemente y como nunca antes a su esposa. Ella, por su parte, permaneció contemplándolo con devoción, sin decir palabra, entendiendo cada rayo de luz que se filtraba hacia ella como si leyese las órdenes de Dios sobre las Tábulas de piedra.





sábado, julio 21, 2007

ubicuidad
adhesión
ubicuidad
adhesión
Ubicuidad estética:
lo bello y lo monstruoso
ubicuidadubicuidadubicui
dadubicuidadubicuidad

El hombre antiguo sentía mucho respeto e interés por lo monstruoso. En el latín acuñó el término monstrum para referirse a lo que no podía clasificar; el monstruo existía, no lo podía negar, por sus extrañas cualidades le era ajeno y difícil de clasificar, estaba por encima de su entendimiento y superaba no sólo sus vanas presunciones sino también las expectativas del gran cosmocrator. Su existencia evidenciaba un poder incognoscible; su figura era la clara y prodigiosa manifestación de belleza en otro tipo de escala.

La palabra monstruo no era entonces sinónimo de fealdad o desproporción, sino de soberbia: hermosura en su más elevado nivel; criaturas maravillosas con otras simetrías aparecieron en el imaginario de aquellos hombres para recordarles el poder del genio creador.

En la edad media el intelecto produjo un magnífico tropel de seres extraordinarios a quienes debimos admiración. Diríase, fue la respuesta de los filósofos contra ciertas convenciones (véase a los personajes de la obra de Jerónimo Bosco, o a los de La divina comedia de Dante): respondían a la necesidad de ruptura con lo ortodoxo porque limitaba el avance del pensamiento.

Dédalo colocó a su desdichado terato en el laberinto de Minos para proteger un secreto siniestro. De la misma manera, el intelecto del hombre ha producido máquinas de control moral sobre el imaginario colectivo, y establecido, por medio de éstas, el equilibrio.
El monstruo cumple su función: controla la naturaleza irracional. El monstruo acepta, se mantiene fiel a las modas y a los prejuicios de las épocas, sujeto a las variaciones del hombre. Su poder radica en que refleja un misterio, o varios: las diferentes facetas del hombre y las dimensiones del espacio y del tiempo; el monsturo es, por ende, el arquetipo estético por excelencia.
Finalmente el monstruo consigue licenciarse de las figuraciones prejuiciosas, sobrevivir a doctrinas y al daño que producen en el avance del pensamiento, de espaldas al convencionalismo burgués y a la devastación de sus espejos. En el mejor de los casos augura prosperidad, pero en otros, ambula excluido del derecho a reintegrarse al seno de las inteligencias angélicas.

sábado, julio 07, 2007

Sobre Norah Jones hay mucho por decirse. Ella y sus canciones son un Sistema: separados no funcionan. Después de eso, no hay mucho por decir.

Sólo una imagen de ella: sentada casi todo el tiempo detrás de un piano.

Es raro que una diva permanezca detrás del piano todo el concierto sin llegar a aburrir al público. Generalmente se desplazan, danzan. Pero Norah, no. Ella sólo canta. Su momento más sexy es cuando cierra sus ojos. He buscado, en serio, pero ningún fotógrafo, Norah, ha captado tu belleza.

Al comienzo los códigos de la partitura guiarán la música, pero luego se disolverán. Norah, en ese instante, es el mensaje y también la mecánica de la canción.